Mi trayectoria con el cáncer de esófago (1a. parte)
Por Bart Frazzitta, sobreviviente de cáncer de esófago y Presidente/Fundador de la Fundación para la educación sobre el cáncer de esófago (ECEF)
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En diciembre de 1.999 le comenté a mi médico sobre el hecho de que la comida me quedaba atascada en el esófago. Ella me envió inmediatamente a hacerme una serie de imágenes del tracto gastrointestinal superior (GI). Los resultados del estudio arrojaron un diagnóstico brutal: cáncer de esófago. La endoscopia que a continuación me hizo un gastroenterólogo confirmó las malas noticias; tenía un tumor de 5 cm., en estadio III, en la unión GE, que es adonde el esófago se une con el estómago.

Inmediatamente me metí en el Internet para aprender todo lo que pude acerca del cáncer de esófago y me horroricé con lo que leía. De acuerdo a las estadísticas, tenía aproximadamente un 10% de probabilidades de vivir durante cinco años más. La conmoción hizo añicos mis sueños de jubilarme, de disfrutar del tiempo libre con mi esposa, y de ver crecer a mis nietos.

Pero estaba empecinado en no ceder ante el miedo alimentado por estas estadísticas desoladoras. A los 57 años de edad, me sentía físicamente lo suficientemente fuerte como para pelear contra este cáncer, pero necesitaba un plan de acción. Inmediatamente, me pedí un turno para hacer una consulta con un cirujano cardiotorácico del Memorial Sloan Kettering Cancer Center (MSKCC). Confiaba en que el equipo médico del MSKCC sabría cómo luchar contra esta enfermedad monstruosa.

El cirujano fue meticuloso durante mi revisión médica. Una tomografía computarizada (TC) reveló que, además del tumor primario del cáncer de esófago, tenía ganglios agrandados en ambos pulmones. Era necesario hacer una biopsia para determinar si los ganglios agrandados estaban relacionados con el cáncer de esófago. A mediados de enero, me internaron en el hospital por tres días mientras el cirujano realizaba el procedimiento para determinar si el cáncer se había desparramado hacia mis pulmones. La espera hasta saber que me deparaba el futuro fue inaguantable. ¿Debería prepararme para mi fallecimiento poniendo mis cosas en orden, o debería estar preparándome para librar la batalla de mi vida?

Me sentí aliviado cuando los resultados de la biopsia determinaron que el cáncer de esófago no se había diseminado hacia mis pulmones. Ahora que entendíamos la envergadura de la batalla, el equipo médico del MSKCC diseñó un plan de ataque que requirió de las habilidades especializadas de un oncólogo, un radiólogo, y un cirujano.

La primera fase del plan de tratamiento requirió de un curso simultáneo de quimioterapia y radiación. Cisplatino y Taxol, ambos medicamentos quimioterapéuticos, serían administrados durante 24 horas por día, 5 días por semana, durante 6 semanas. Durante este mismo período de tiempo recibiría 28 tratamientos con radiación.

Como preparación para la quimioterapia, me colocaron un mediport en la parte superior del pecho, debajo de mi hombro en mi costado derecho. Los medicamentos serían administrados a través de un tubo insertado en una vena que iba directamente a mi corazón. Los tratamientos con radiación también requirieron de importantes preparaciones. Tuve que ser «mapeado» para que el radiólogo pudiera apuntar con precisión los haces de radiación. Como parte del proceso de mapeo, marcaron el área a ser irradiada mediante la colocación de tres tatuajes en una línea recta sobre mi pecho, y dos tatuajes adicionales en mi costado derecho e izquierdo. Esto le proporcionó a los médicos las marcas que necesitaban para alinear cada uno de los tratamientos con radiación. Para poder asegurarse de que estuviera en la misma posición cada vez que me trataban, también crearon un molde de mi cuerpo pidiéndome que me acostara en una bolsa llena de material de moldura durante un tiempo que ¡me pareció una eternidad!

Además de estos procedimientos, también me hicieron una tomografía por emisión de positrones (PET), un ultrasonido endoscópico (EUS), y varios análisis de sangre.

Desde mi diagnóstico inicial al comienzo de diciembre, hasta que se completaron todos los preparativos a mediados de febrero, estuve preocupado por el retraso en el comienzo del tratamiento. ¿Se estaba agrandando mi tumor día a día? ¿Era el plan de tratamiento lo suficientemente agresivo? ¿Quizás debería de haber sido sometido a cirugía primero, y entonces seguir con la quimioterapia y la radiación? A pesar de mis miedos, el equipo del MSKCC me aseguró que el plan que habían establecido era el adecuado para mí, y que el largo período de preparación no tendría ningún efecto importante en el curso de acción.

Yo recé para que esto fuera cierto.

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Comienza el tratamiento para el cáncer de esófago: quimioterapia y radiación

En febrero del 2.000, comencé un capítulo nuevo en mi vida cuando inicié el tratamiento para el cáncer de esófago. Me estaba preparando para un curso de seis semanas de radiación y quimioterapia simultáneas, designado para reducir el tamaño del tumor. A pesar de la certeza de mis médicos de que éste era el curso correcto para mí, yo no estaba convencido de que el tratamiento funcionaría. A medida que enfrentaba las semanas de quimio y radioterapia, hubieron muchos días en los que me entraba la duda.

Debido a que habíamos decidido que yo recibiría mi tratamiento para el cáncer de esófago en el MSKCC, necesitaba manejar 100 millas ida y vuelta todos los días, de lunes a viernes, durante seis semanas, para completar esta fase de mi trayecto.

Comencé la primera fase de mi tratamiento para el cáncer de esófago un día lunes. Mi esposa, Ginny, y yo iríamos al Rockefeller Outpatient Pavilion en la calle 53a. de la ciudad de Nueva York adonde los médicos conectaron una aguja a mi mediport. Me pasé las primeras horas recibiendo hidratación intravenosa, seguida por el medicamento quimioterapéutico Cisplatino.

Cuando se completó ese proceso colgaron de la bomba que se encontraba alrededor de mi cintura una bolsa con el medicamento quimioterapéutico Taxol y nos fuimos al Memorial Hospital que está en la calle 67a. para que me hicieran un corto tratamiento con radiación. En realidad, me llevó más tiempo desvestirme y volver a vestirme que lo que tardó el tratamiento con radiación en sí mismo.

Luego del tratamiento con radiación manejamos de vuelta a Nueva Jersey, y por el resto del día escucharía a la bomba prendiéndose y apagándose. Pensaba: estoy inyectando veneno dentro de mi sistema para atacar este cáncer monstruoso. Solamente puedo esperar que las células buenas de mi cuerpo sean lo suficientemente fuertes como para resistir la batalla que se avecina.

Apoyo de los familiares y amigos

El manejar todos los días hasta la ciudad de Nueva York fue duro para Ginny. Para poder aliviarla un poco de estar manejando constantemente, algunos de mis amigos, incluyendo mis hermanos de la sociedad de los Caballeros de Colón, se ofrecieron a llevarme a Nueva York todos los días para mis tratamientos. Establecimos un horario por el cual Ginny y yo iríamos los lunes, miércoles y viernes, y mis amigos me llevarían los martes y los jueves.

Reacciones al tratamiento para cáncer de esófago

Con la excepción del primer día de tratamiento, mi reacción durante las seis semanas fue excelente. Nunca tuve ninguno de los otros efectos secundarios sobre los que me habían advertido. Esto hizo que me cuestionara si la quimioterapia y la radiación estaban funcionando realmente. Todavía me costaba tragar comidas sólidas porque el tumor continuaba bloqueando el pasaje de la comida desde mi esófago hacia a mi estómago. Pero el equipo del MSKCC me aseguró que todo estaba procediendo de acuerdo a lo planeado.

Luego de seis semanas, los médicos hicieron otra TC y otro ultrasonido endoscópico. Me alivió saber que, como resultado de la quimioterapia y de la radiación, el tumor de 5 cm. que estaba bloqueando mi esófago se había encogido y ahora tenía 1 cm. de diámetro.

Descanso y recuperación

El llegar al final de la administración simultánea de quimioterapia y radiación fue un alivio, pero todavía no había llegado al final de mi tratamiento para el cáncer de esófago. Me había ganado seis semanas de descanso y recuperación. Cuando recuperara mis fuerzas, debería enfrentar el último reto: cirugía para extirpar lo que quedaba de mi tumor de cáncer de esófago.

Escuche a Bart describiendo su preparación personal antes del tratamiento.

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Lea sobre la cirugía y la recuperación de Bart.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de la Sociedad de Cirujanos Torácicos.

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