Gracias por el trasplante que me salvó la vida
Por Candice Monroe
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Courtesy of Allison Ewing Photography

El 7 de febrero del 2017 celebré 15 años más de vida; soy la receptora de un trasplante de corazón.

Hace 15 años, la familia de mi donante decidió darme el regalo más grande que uno puede pedir: LA VIDA. Todos los días rezo y le agradezco a la familia de mi donante por esta bendición maravillosa. A menudo, también pienso en la gente que ha trabajado sin cansancio para mantener mi corazón latiendo: mis médicos.

En mi familia existe un historial de enfermedades del corazón. Cuando mi hermana mayor tenía solamente 13 años de edad, un equipo de médicos del Cleveland Clinic Children’s Hospital la diagnóstico con miocardiopatía restrictiva. Se le hizo un trasplante de corazón el 5 de octubre de 1993.

A pesar de que yo tenía solamente siete años de edad en ese momento, recuerdo claramente que entendía lo que estaba sucediendo mientras escuchaba las conversaciones que los médicos mantenían con mis preocupados y agobiados padres. Los médicos ayudaron a mis padres a sentirse mejor en tiempos en los cuales habían tantas cosas desconocidas.

Ocho años más tarde, cuando estaba en segundo año de la escuela secundaria, me enferme con síntomas similares a los de la gripe. Me internaron en el Cleveland Clinic Children’s Hospital, en donde también me diagnosticaron con miocardiopatía.

Mi equipo de médicos de la clínica era increíble. Me agregaron a la lista nacional de donantes de trasplante de corazón en enero del 2002. Imagínense ser adolescentes y entender que si no reciben un trasplante de corazón, no vivirán para festejar los 16 años de edad. Mis médicos fueron muy transparentes conmigo; algo que yo siempre admiraré y respetaré.

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Mientras esperaba que un corazón estuviera disponible, mi salud se deterioró rápidamente. Me la pasaba todo el tiempo viendo a médicos que hacían todo lo posible para determinar el mejor plan de tratamiento y para mantener mi salud estable hasta que apareciera un donante de corazón. Cuando cuento la historia de mi trasplante, siempre cuento que, a pesar de que estaba postrada en una cama todo el tiempo esperando por un trasplante, nunca me preocupé con la idea de que podría suceder lo peor. Mis médicos me ayudaron a mitigar los miedos que tenía.

La mejor de todas las llamadas

Justo unos días antes de que recibiera “la llamada”, uno de mis médicos vino a decirme que para poder prolongar la vida de mi corazón hasta el trasplante, me pondrían un dispositivo de asistencia ventricular izquierdo (LVAD). Se sentó a mi lado y me explicó cuidadosamente para qué se utiliza el LVAD y enumeró los efectos secundarios del aparato. Siguió dándome esperanzas.

¡El 7 febrero del 2002 recibí la mejor de todas las llamadas! El médico me llamó en persona para decirme que poco después del mediodía de ese mismo día recibiría un corazón nuevo. Nunca olvidaré ese momento.

Cuidaron de mi vida muy cuidadosamente durante las ocho horas de la cirugía. Nunca podré agradecer lo suficientemente al equipo médico por sus cuidados durante una cirugía tan seria que me salvó la vida. Nunca dejaré de apreciar el tiempo que mi equipo médico dedicó a quitar mi corazón deteriorado y trasplantar el hermoso órgano bombeador que, 15 años más tarde, aún sigue latiendo en mi cuerpo.

El camino hacia la recuperación

Mi camino hacia la recuperación luego del trasplante fue largo. A pesar de que me sacaron de la ICU a los dos días, tuve problemas con el rechazo. Los numerosos cateterismos cardíacos y biopsias que me tuvieron que hacer para que los fármacos inmunosupresores y otros medicamentos funcionaran, me resultaban agobiantes a veces. Me pasé cinco meses yendo y viniendo del hospital. Durante este tiempo, aprendí a respetar aún más a aquellos que se encontraban en la línea de combate de mi proceso de trasplante.

Hoy en día, puedo decir orgullosamente que han pasado 15 años. Todavía me sigo tratando con un maravilloso equipo médico del Hospital Cleaveland Clinic. Mi médico y mi coordinador de trasplantes me han brindado cuidados maravillosos y una comunicación fluida a lo largo de los años. Mi equipo de trasplante es una de mis hinchadas más importantes. La relación que hemos desarrollado a lo largo de los años habla por sí sola. Para el equipo yo soy más que un mero número; soy una persona que necesita cuidados personales.

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Cada día, estos médicos trabajan muchas horas para asegurar que las personas como yo reciban cuidados médicos excepcionales. Me gustaría aprovechar esta oportunidad para agradecer sinceramente a cada uno de ellos por todos los cuidados y el apoyo que me han brindado a mí, y a mi familia, durante estos años. ¡Sin la familia de mi donante y sin cada maravilloso médico con el que he interactuado a lo largo de mi camino, estos 15 años extra de vida no hubieran sido posible!

Gracias por todo lo que hacen.

Para más información, visite las secciones de Cardiopatías congénitas pediátricas o Trasplante de corazón en pacientes pediátricos.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de la Sociedad de Cirujanos Torácicos.

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